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16/6/14

El ultimo día, la llegada a Ushuaia!!!

Terminar un viaje de este calibre no fue tarea fácil. Luego de algo así como 27000km (no llevo odómetro para contabilizarlos de manera exhaustiva), la travesía llegaría a su fin recorriendo los 105km que separan las ciudades de Tolhuin y Ushuaia, en Tierra del Fuego, Argentina. Habiendo descansado y llenado nuestros estómagos de deliciosas creaciones en la Panadería la Unión, ya nos habíamos despedido de todos y solamente nos quedaba pedalear este tirón, al cual ya había imaginado en un centenar de oportunidades. Al comenzar, se irían presentando uno a uno los obstáculos para hacer de este día algo totalmente memorable.



Luego de despedir a todos los empleados de la Panadería y hacer las tradicionales fotos para sellar en nuestros recuerdos a la gente que nos apoya en el camino, era hora de salir a la ruta. Como primer inconveniente y un detalle no menor, comenzaron a caer suaves y fríos copos de nieve del cielo, como si fuera el papel picado de una fiesta para celebrar este día. Estábamos ya terminando el mes de abril y habíamos contemplado la posibilidad de pasar frio en algún tramo, pero sin haberlo sufrido realmente en ningún momento, es posible que hayamos subestimado este no menor detalle.


 La nieve hizo al manejo de la bici un poco complicado dado que se iba acumulando en la ruta, y debíamos tener el doble de cuidado con el transito que podía no vernos y así arruinar por completo toda la travesía. También, la constante lluvia y nieve sobre el cuerpo hace cada vez más difícil mantener la temperatura y el degaste se volvía cada vez mayor. A mitad de camino hay un parador llamado Villa Mariana, donde hice mi primera parada. Mis compañeros Devin y Steph siguieron de largo ya que habían frenado antes, por lo que luego los alcanzaría en algún momento. La clave era frenar, tomar algo caliente, y devolverle al cuerpo algo de aire luego de tanto frio, nieve, y viento en contra. Habiendo recorrido la mitad del camino, ya no había vuelta atrás: ese día terminaba mi aventura como sea. Al llegar las empleadas no dudaron en invitarme a pasar y reposar un rato junto a la salamandra que estaba al rojo vivo para calentar el restaurant donde atienden a sus visitantes. 

Mi aspecto rasgado y desgastado llamo bastante la atención de los presentes pero nadie se animó a preguntar qué estaba haciendo en ese momento, por lo que ahorre la explicación para otros tantos que me cruzaría en el camino. Finalmente me inspire y volví a la ruta para enfrentar el próximo desafío bajo la nieve: El Paso Garibaldi. Con tan solo 500 metros de altura, este paso no debía ser un gran desafío luego de algunos otros mucho más escalofriantes, como lo recorrido en otros tiempos en las Lagunas en altura de Bolivia. Sin embargo, la particularidad de este paso es que como encajona un valle y es la válvula de una corriente de viento, a la subida se le suma una constante y no menor cantidad de nieve, que sumado al tránsito convencional y pesado, lo vuelven un desafío más de supervivencia que de esfuerzo físico. Las vistas son verdaderamente increíbles una vez en la cima, situación que nos obliga a frenar para sacar una foto y seguir viaje.  Al cruzar hacia el valle siguiente, las expectativas no fueron superadas bajo ningún concepto: la nieve era cada vez más y ya no había ningún tipo de parada posible hasta llegar al menos a Tierra Mayor, una reserva a unos 10km antes de la entrada de Ushuaia. 

En mi caso personal, comencé a bajar la temperatura corporal al punto que se me adormecieron las manos y los pies y poco a poco la motivación mental se iba deteriorando, más allá de que la determinación marcaba que no fallaría en mí llegada a destino fuera como fuera. Al llegar a la altura del Cerro Castor, busque algún tipo de refugio pero no tuve suerte, por lo que seguí mi camino para hacerlo en Tierra Mayor. Pedalee con los ultimo esos 10km, pero por alguna razón que todavía no logro comprender decidí pasar Tierra Mayor de largo e intentar llegar a Ushuaia con lo que quedaba en el fondo de mi tanque de combustible corporal. Unos 6km previos a la llegada de Ushuaia, sufrí lo inesperado: el cuerpo me dijo BASTA, y ya no podía pedalear ni un metro más. Me dolían las manos de la hipotermia, ya no sudaba por el frio, y lo que había sudado se me había congelado junto al rompeviento que había condensando en el interior. Al bajar de la bici me refugie en el edificio del Circulo Policial de Ushuaia, que tenía una pared que daba al Norte, que cortaba la tormenta de nieve. 

Ahí mismo había una salida de un calefactor que estaba al rojo vivo, por lo que junto a la ayuda de mi bolsa de dormir de pluma, poco a poco volví a juntar calor corporal, y sentirme en condiciones de seguir viaje para finalmente dar fin a este día tan tragicómico. Cuando comenzaba a sentirme mejor, siento la voz afrancesada de mi compañera Steph, que venía detrás de mí y que disfrutaba de estar en un clima similar a su frio Quebec, en el Este Canadiense. Eso me regalo un par de carcajadas, suficientes para que juntos sigamos estos últimos 6km, de noche y nevando en nuestras caras. Me sacaba las gafas porque se me acumulaba la nieve, y luego me las ponía porque la misma me pegaba de lleno en los ojos como un punado de arena. Me encargue de insultar a grito vivo a todo ser vivo familiar de los Loros, y luego de tan solo 6km nos encontró la entrada de Ushuaia. Cumplimos con nuestro objetivo, pero no quedaba resto ni para gritarlo!!!


Ya  agotados, seguimos camino al centro, que nos esperaba a unos 6km extras, pero que a esta altura y ya dentro de la urbe no eran un desafío tan loco. Nuestros amigos nos esperaba en el Hostel Backpackers “El Refugio de los Mochileros”. Allí Gisela y Alejandro, sus actuales dueños, nos recibieron con bombos y platillos, al igual que todos nuestros amigos ciclistas que habían llegado en los últimos días. Sin pulso ni para firmar el formulario de ingreso, me indicaron donde dejar mis cosas, y luego a la ducha directo sin muchas escalas!!! El valor de una ducha caliente y un plato de comida nunca alcanzo un calibre tan alto, se los puedo asegurar.



Terminar el viaje fue el cierre de mi proyecto personal más ambicioso en todo sentido. Comprendí el valor de muchos sentimientos que siempre me acompañaron pero en ocasiones no les había prestado la suficiente atención. Transite el viaje de autoconocimiento más profundo de mi vida y pude surcar hasta en los rincones más profundos de mi mente, el porqué de muchos de mis comportamientos y reacciones. Dueño de un carácter más que explosivo, trabaje en el como uno de mis objetivos más sólidos y también capitalice todos los contactos interpersonales del viaje. Agudice el verdadero valor de mis “necesidades” viviendo durante casi dos años con los más mínimo e indispensable, y probablemente nunca haya sido más feliz en mi vida si lo mido en días de corrido. Este proyecto se cerró y doy comienzo a un nuevo capítulo de mi vida. La magia de lo incierto lo convierte en una nueva aventura, esta vez sin la necesidad de estar lejos de lo que considero mi casa. Gracias a todos los que fueron parte de este viaje increíble. 

10/6/14

Vamos que terminamos!!! Navegando desde el Chalten hasta el fin del mundo

El Chaltén se convirtió en el principio del final del viaje. Venia cansado del desgastante ripio de la Carretera Austral Chilena, pero muy feliz por haber cumplido esa etapa y regresar a Argentina. Este lugar desarrollado dentro de la zona norte del Parque Nacional Los Glaciares tenía una reputación excelente y no podía esperar a explorarlo.

 Todo comenzó al bajar de la lancha "tehuelche" que cruzo el Lago del Desierto, y mi particular bienvenida a Argentina por parte de un gendarme, que me dio una advertencia por estar pescando sin licencia. No reniego de mi error, pero creo que un viajero en bicicleta que está pescando su cena (1 pescado) no es motivo de trámites burocráticos, ni discusiones sin sentido con un pequeño hombre de verde que aburrido de su trabajo quiere ejercer la autoridad.

Llegada al Lago del Desierto, bienvenido a Argentina!

Con esto claro y luego de un buen descanso (y de la trucha que pesqué y me comí con mucho gusto), me subí a mi corcel y pedaleé los 40 kilómetros que me separaban de El Chaltén, para llegar en tempranas horas de la tarde a casa de Flor Lopez, la dueña de la Casa del Ciclista de El Chaltén. Me habían hablado de ella en múltiples ocasiones, por lo que ya era hora de conocerla y de participar un poco de la vida en comunidad. Junto a nosotros llegaron tantos otros ciclistas, tanto los que venían con nosotros desde Villa O'Higgins, como los que venían en dirección contraria y encaraban hacia la Carretera Austral. Luego de unos mates y charla con Flor se fue organizando la primer comilona ciclista, que por supuesto tenía que ser un asado. Un poco cansados de comer siempre lo mismo en la Carretera Austral debido a la falta de variedad y el sobreprecio (justificado por las distancias), hicimos las compras pertinentes y dimos comienzo al tan merecido "asadito". 

El Mirador de los Cóndores, El Chaltén

Los días en el Chaltén se dieron de manera espontánea y descontracturada. 

Aprovechando la cantidad de gente dispuesta y disponible, solo bastaba una idea para llevar un buen plan a cabo. Desde caminatas en solitario y trekking al Lago Torre hasta escalada en roca, ocuparon nuestros días haciendo de una semana, solamente un instante. 
Por las noches seguimos con la consigna comunitaria, y cenamos todos juntos a diario, sumando nuevos asados y hasta un delicioso cordero a la llama, cuya cocción exitosa sume a mi currículo asador.

Único Argentino, el ASADOR
En el esmero de seguir sumando ideas para construir mi propia casa al regresar a mis tierras (Alta Gracia - Córdoba), fui tomando ideas de las múltiples construcciones eclécticas que hay en todo El Chaltén y hasta tropecé con Arístides, un tipo de primera con quien compartí mi proyecto luego de la sorpresa de que él ya había pasado por lo mismo. Así pase una tarde compartiendo ideologías y aprendí nuevas técnicas de construcción para seguir sumando a este, uno de mis tantos proyectos en mente.

La casita de Arístides

Partir de El Chaltén no fue fácil. Con algunos de mis buenos amigos cicloviajeros seria nuestra última cita, y con esto no quise autoflagelarme con despedidas, ya que a esa altura mi sensible corazón no estaba listo para más estímulos de este tipo. Luego de agradecer subí a "La Cabra", mi fiel compañera de viaje, y junto a mi compa Devin salimos a la ruta para alcanzar un puesto intermedio entre El Chaltén y El Calafate. Una casa rosada abandonada nos esperaba para pasar la noche fuera del viento y las lluvias. A esta altura el frío ya no era noticia, sino una condición bajo la que me había dispuesto a viajar, por lo que evitaré quejarme de la misma. 

El majestuosos Fitz Roy

Guanacos in the estepa

Junto a nosotros llego Christian, de Alemania, y se sumó al grupo y a la tarea de encontrar este refugio, a 120km de El Chaltén. Al llegar, una voz con tonada francesa conocida sonó de adentro del refugio: Stephanie Vincent, de la provincia Francocanadiense de Quebec, nos estaba esperando ya que ella había salido temprano por la mañana. 

Pasada lo noche hicimos equipo, y nos dispusimos a viajar en línea aprovechando la resistencia que hacia el primero al viento para no derrochar energías. Desde el cruce de la ruta 40 con la ruta que lleva a El Calafate, el viento en contra no es poca cosa y no es cuestión de derrochar energías.

El Glaciar Perito Moreno, cereza del postre

Llegamos sin mayores problemas a El Calafate, y fuimos derecho al supermercado a cargar combustible y hablar con toda la gente que pasaba por su puerta y veía nuestras bicis allí. Un vendaval del preguntas conocidas, y hasta el reconocimiento de algunos lectores del blog y la página de facebook (Provenzani Diario - de bicicleta), que si bien escribo de manera muy amateur y sin hacer mucha propaganda, parece que al menos llega a algunos lectores curiosos de esta, mi aventura. 

Familia Wilkendorf, parada de lujo frente al Lago Argentino

En El Calafate llegamos (Devin y yo) a la Hostería de una familia amiga mía, los Wilkendorf, que nos trataron como reyes durante 4 días. Descansamos frente al Lago Argentino, acondicionamos nuestros corceles, y usamos como base para ir a conocer el colosal Glaciar Perito Moreno. Es una de las cosas más impactantes que he visto en mucho tiempo, y sin dudas el Glaciar más grande frente al que me haya enfrentado. Con el deseo de hacer algunas actividades en el Parque pero no menos que ofendido por el sobreprecio de las mismas y la falta de energía para actividades físicas fuera del cicloturismo, dediqué el día en el Parque a disfrutar del rugir del Glaciar. La caída de los hielos que se fracturan de la gran masa principal parecen estar sincronizados, junto al golpe de los mismos con el agua, crean un espectáculo difícil de superar. Pase junto a mis amigos una tarde fabulosa, entre charlas, comilonas, y largas sesiones de fotografía.


Pasareleando

Luego de El Calafate volvimos al ruedo con la intención de llegar a Ushuaia lo más pronto posible, pero sin exagerar en los esfuerzos físicos y priorizando el tiempo juntos, ya que a esta altura ya éramos 6 en carretera: Marion y Remi de Francia, Steph de Canadá, Christian de Alemania, Devin de EEUU, y quien les escribe, único autóctono. Con paradas en los puestos de vialidad, llegó la hora de separarnos a la altura de la bifurcación a Cerro Castillo, ya que en mi caso seguiría hacia Río Turbio, donde me esperaba un gran amigo. 


Buenos tiempos en la grupal

última noche en el Camping Vialidad

Luego de evitar más despedidas, y junto a Devin y Steph seguimos viaje hacia Río Turbio para descansar el fin de semana previo a regresar a territorio chileno, y compartir junto a mi amigo Elvio Chavez que se encuentra allí por una nueva oportunidad laboral junto a su familia.


Chavez y compania en El Turbio

Nuevamente hicimos uso del asador, y compartimos un fin de semana en familia para alimentar el corazón con buenos momentos para enfrentar los próximos kilómetros de ruta.

De nuevo en Chile

A esta altura los trámites migratorios ya no son noticia. Nos separaban 250km de Punta Arenas y nos propusimos hacer paradas en Morro Chico y Gobernador Filipi, para poder conquistar el tramo en 3 días. 


Carreteando el Sur Chileno

Siendo agasajados por la hospitalidad patagónica que parece no tener fronteras en ninguna dimensión, llegamos a Punta Arenas descansados y con un buen ánimo para tomar el ferry que nos llevaría a Tierra del Fuego. Un amigo en común con Devin nos recomendó con Nico y Maca, dos amigos que se encuentran trabajando en proyectos de Sustentabilidad en la zona, y quienes nos dieron un reparo del frío y los vientos en su casa. Allí conocimos una linda diversidad de gente y pudimos agradecerles con una cena en donde participamos junto a sus amigos, con quienes seguramente seguiremos en contacto.


Nico y amigos en Punta Arenas, gracias gente!!!

Luego de un cruce en ferry sin grandes amenazas del clima, llegamos a la ciudad de Porvenir, puerto de entrada a Tierra del Fuego en territorrio Chileno. Desde allí no habían mas limites físicos para llegar a Ushuaia más allá de nuestro propio esfuerzo físico. 

La primer mañana en que saldríamos a la ruta vimos los primeros copos de nieve caer del cielo, testimonio de que el Otoño/invierno ya estaba encima nuestro y debíamos abrigarnos para salir al ruedo. Con la fortuna de consultar donde repararnos del frio durante el camino, llegamos a diversas estancias patagónicas, donde ya acostumbrados a recibir esquiladores en su momento de faena, nos proveían de un refugio del viento y el frio, en general hasta con la oportunidad de calentarnos junto a una estufa a leña. Personalmente soy un gran amante de este método de cocina y calefacción, por lo tanto seguí sumando momentos inolvidables en este viaje que parece nunca tener fin, y del que nunca siento que dejo de sorprenderme. La hospitalidad espontánea es sin dudas mi mejor y mayor combustible espiritual, y se ha manifestado en diferentes formas a lo largo de los 16 países visitados en las Américas, algo que quedará sellado en mi por siempre.

Se puso fresco en Tierra del Fuego

Nuestros refugios no cambiaron al pasar nuevamente de Chile a Argentina vía San Sebastián, y volvimos a confiar en las Estancias de este lado también. Allí nos sorprendió la Estancia Viamonte, donde una familia pionera de la isla lleva más de 70 años recibiendo viajeros, mucho antes de que siquiera existiese un camino que llegue a Ushuaia. A esta altura ya estábamos cansados, y llevábamos varios días sin el lujo de una ducha caliente, algo que ya se hacía notar no solo en el perfume que nos acompañaba, pero en la acumulación de fatiga en el cuerpo. Abasteciendo de todas las calorías posibles en cada comida, llegamos a nuestra última parada previa al último día: Tolhuin.

Ya me habían comentado sobre la Panadería "la Unión" en múltiples oportunidades a lo largo de mi camino al sur. Al parecer no había otra parada que se le parezca y era nuestro objetivo llegar y entender el porque de tanta propaganda. 

Emilio y su equipo nos recibieron en la Panadería La Unión, Tolhuin

Al llegar entendimos porque. Emilio lleva 30 años en esta Panadería, que es ya una institución y parada obligada tanto de turistas como gente de paso. La parada no solo la imponen las delicias que ofrecen a la venta, pero es la oportunidad de conocerlo a el y a su grupo de trabajadores lo que le suma a la experiencia. Allí nos refugiamos casi 4 días, donde dormimos en la habitación llamada "Casa de la Amistad" donde Emilio agasaja a los cicloviajeros con una cama y una ducha caliente, dos GIGANTES lujos para un cuerpo fatigado y poco cuidado en materia de aspecto. Una vez convertidos en gente nuevamente gracias a una intensa ducha, nos propusimos ser parte de la labor diaria para conocerlos y poner nuestro granito de arena en este maravilloso proyecto. Trabajamos junto a ellos dos días, y fuimos premiados con una buena cantidad de facturas y otros condimentos que llenaron nuestros estómagos y deseos de comer "algo rico".

Finalmente llegó el día de terminar este viaje, pero voy a dedicarle una entrada entera a este mi último día, ya que creo que fue el momento de sensaciones más extremas del viaje. Espero hayan disfrutado este largo post!!! Buena senda!!!




    

21/4/14

El cruce desde Villa O’Higgins a El Chaltén

Esta entrada está dedicada a sumar datos sobre el cruce desde Villa O’Higgins a El Chaltén. Si bien no hay grandes enigmas sobre esta ruta, mucha gente encuentra difícil asesorarse para el cruce. Para no hacerlo demasiado largo pero no por ello menos específico lo vamos a dividir en tres tramos:

Cruce Lago O’Higgins desde Puerto Bahamondez hacia Candelario Mancilla

 Terraza de la nave Quetru

Lago O'Higgins

La temporada comienza en el mes de “Noviembre” y termina con el último barco la primer semana de Abril. Durante la temporada hay opciones alternativas, pero es la empresa Robinson Crusoe, la que provee de un servicio con horarios planificados a lo largo de toda la temporada. Cada año los horarios van cambiando, por lo que es importante consultar la página de la empresa (www.robinsoncrusoe.com) donde se especifican fechas y horarios.
En mi caso llegue al final de la temporada donde el barco salía solamente los sábados; en el resto de la temporada, los barcos salen 4 veces por semana. El barco tiene salida confirmada pero sujeta a las condiciones climáticas, por lo que es posible que se demore. Para los que les gusta planificar los tiempos muy entrelazados, tener cuidado con este caso. A mí me toco cruzar el Domingo 23 en vez del Sábado 22 de marzo de este año. El barco salió desde el Puerto Mansilla a 7km de Villa O’Higgins, a las 8.30hs como estaba planificado. El viaje dura 2.45hs y la navegación es una experiencia excelente. Con una cabina calefaccionada y cómodos asientos, puede uno descansar durante el viaje, o bien subir a la terraza para disfrutar de las vistas y el paisaje. Al llegar a Bahía Bahamondez se descarga el barco y comienza un nuevo tramo.

Ciclo-trekking desde Candelario Mansilla hasta Punta Norte de Lago del Desierto

Comienza el trekking

Una vez terminada la navegación del Lago O’Higgins, lo que viene es una mezcla entre trekking y ciclismo. Se recorren 22km aproximadamente desde el Puerto, con primera parada en el Puesto de Migraciones Chileno para salir del país. Son 6km en subida sobre un ripio bastante duro, por lo que es recomendable hacerlo caminando o bien con buen cuidado de la bici. Una vez hecho el trámite migratorio son unos 10 kilómetros bastante tranquilos con algunas idas y vueltas entre bosques y arroyos, donde hay dos muy buenas oportunidades para acampar tanto en Laguna Redonda como en Laguna Larga. En el puesto de Migraciones Chileno hay un muy buen mapa del recorrido para no errarle al camino para estos dos lugares que pueden sumarle un buen día a la experiencia, y un descanso bien merecido a mitad de camino.

Luego de llegar al cartel de “Bienvenidos a la República Argentina”, comienza la parte más dura del camino. Un sendero donde las bicicletas caben de casualidad y donde las alforjas frontales suelen ser removidas para que no se atasquen en el camino, pone a prueba hasta el más paciente. Más que recomendable tomarlo con calma, prepararse para el barro y ensuciarse un poco camino a Punta Norte. Al llegar al Puerto se hace el trámite migratorio, y nuevamente puede uno aprovechar para acampar si los barcos no estuvieran disponibles.

Barco desde Punta Norte hacia Punta Sur de Lago del Desierto

Fitz Roy y el Lago del Desierto

Al llegar a Punta Norte, existen dos barcos diferentes que hacen el cruce del Lago del Desierto. Uno de ellos trabaja en conjunto con la empresa Robinson Crusoe, y brinda la posibilidad de comprar el ticket por adelantado en Villa O’Higgins. En caso de que uno quiera arreglarlo ahí mismo, la barcaza “Tehuelche” hace el transporte por 160$ (pesos argentinos), sin un horario muy claro. Generalmente sale o al mediodía o a las 6 de la tarde, pero los mismos gendarmes pueden dar una mano para arreglar eso. El viaje sobre el Lago del Desierto es de tan solo 45 minutos.

Al llegar a Punta Sur del Lago del Desierto, los gendarmes no son muy amigables, y sin mayor explicación no permiten acampar cerca del lago. A unos 200 metros del Puerto esta la Estancia Lago del Desierto, donde tienen una buena zona de acampe por un precio moderado (desde $50 a 80$ dependiendo la época de la temporada). Tienen una buena ducha caliente con un calefón a leña, un detalle no menor para un ciclista que paso frio.

Luego de esto quedan 39km muy tranquilos hasta el pueblo de El Chaltén, donde hay múltiples lugares donde quedarse. En especial para los ciclistas, la Casa del Ciclista de Flor López es el mejor lugar para encontrarse con los amigos y celebrar la amistad a diario.